Al igual que las otras estaciones, la del verano tiene su origen en la astronomía y la geografía, específicamente en la combinación entre el movimiento de traslación con la esfericidad de la Tierra. Cuando los rayos del Sol caen verticalmente en los paralelos 23º27' de latitud sur o norte, coincidiendo con los trópicos de Capricornio y de Cáncer, respectivamente, se produce el fenómeno astronómico del solsticio. Al producirse el solsticio en un hemisferio, ahí se dará comienzo el verano y en el hemisferio opuesto al invierno.
La palabra verano deriva del latín "veranum tempus", que quiere decir "buen tiempo" o "tiempo de florecimiento".
Esta palabra se remonta a los tiempos de los romanos, quienes bautizaron como veranum tempus al período en que aumentaban las temperaturas, lo que a su vez permitía el florecimiento o enverdecimiento de los valles, al final de la primavera y el comienzo del verano.
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